Todavía recuerdos aquellos días, si me acuerdo perfectamente, me llevaron del éxito a la desgracia, de la normalidad a la anormalidad. Todo empezó hace 32 años, yo era un joven alocado, de esos que vivían la vida a cada instante, era Inspector de la policía nacional, en una ciudad extremeña, yo como antes he dicho era muy contento, resolvía la mayoría de mis casos con éxito, incluso tenía un poco de fama a nivel nacional gracia a los comentarios de mis superiores. El caso es que un día vino una mujer a poner una denuncia por malos tratos a su marido, la mujer tenía moratones por todo el cuerpo y un brazo y dos costillas rotas, el caso es que este era el primer caso de este tipo para mí. Por lo visto una vez de que la mujer denunciara al marido los jueces fallaron a favor de la mujer, y el marido se mudo a otra ciudad.
Meses más tarde toda la gente veía como la mujer presentaba los mismos síntomas de malos tratos, y encima habíamos tenido denuncias de gente del pueblo que decían que habían visto al marido de la mujer andando por el pueblo con un amigo suyo de aspecto corpulento. La mujer cada vez estaba peor, así que decidí investigar por mi cuenta, yo cada vez la conocía más a fondo, hablaba mucho con ella, aunque con dos condiciones, nunca podía mencionar los malos tratos, y que ella nunca se enterara de que yo era policía. Días más tarde encontraron a la joven ahorcada en su casa, eso fue demasiado…
Toda la gente del pueblo mencionaba sobre ella, que si demasiado había aguantado, que si el marido era un…, aunque no había ninguna prueba que demostrara que la chica se había suicidado por culpa del marido, a pesar de las múltiples investigaciones de la policía y las mías aparte, el y su supuesto amigo quedaron libres.
Todas las noches desde aquel día me atormentaba mis pensamientos:
-Ha sido culpa tuya, lo podías haber evitado- me decía una voz.
-No ha sido culpa tu ya tan solo….- me decía otra voz mientras que la interrumpía los gritos de aquella joven.
Creí conveniente irme de vacaciones una temporada, pero unos días antes de mi descanso recibí la siguiente carta.
3 de Julio, ¿se acuerda de esa fecha? Sí, soy el exmarido de aquella joven, miré como estoy libre de sospecha le voy a contar la verdad:
Siempre he sentido un gran morbo al pegar a alguien más débil que yo, me satisfacía el poder pegar a alguien indefenso, pues sí, disfrutaba pegando a mi mujer y ver como no reaccionaba. Sí ese fue el origen de su denuncia, no le voy a contar nada más ya que podría caer en sospecha, pero quería compartir esto con alguien…¿quién mejor que con usted?
Hasta aquí era la carta a continuación me escribió su dirección actual, decía que me la daba por si le quería visitar, pensé que la carta me la envió borracho o drogado, no presentaba ninguna sensatez.
Durante algunos días pensé definitivamente que no iba a ir, pero el día que cogí vacaciones cambié de opinión, tenía que vengar a aquella joven, estaba fuera de mi mismo.
Cuando llegue a la dirección de la carta, me encontré con el hombre, tras hablar con el seguía sin mostrar arrepentimiento. Así pues saqué mi pistola reglamentaria de mi bolsillo y descargué mi cargador en su estómago, lo que hice fue insólito, pero alguien me controlaba, no era el yo de siempre. Al final conseguí callar esas voces de la muchacha y en verdad estuve contento de vengarla. Les conté a los jueces toda la verdad, todo lo que pasó. Esta es la historia de cómo acabé en la cárcel en la que estoy hoy, con esto no es que quiera mostrar arrepentimiento ni dar pena, pero a lo mejor hubiera habido mejores formas de vengar a la chica. Esta es mi historia de cómo entregue mi vida a cambio de una pequeña lucha para terminar contra la violencia de género.
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2 comentarios:
Duraban los aplausos esta mañana, Alberto. Absolutamente merecidos :)
Ok, muchas gracias.
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